Así lo informó el organismo en su último informe, en el cual proyecta que el mundo tendrá una expansión de su Producto Interno Bruto (PIB) del 2,7% tanto este año como en 2026, similar al ritmo que tuvo en 2024.
Sin embargo, las economías en desarrollo proyectan cerca del 4% para ambos ejercicios, lo que conforma perspectivas más desalentadoras desde el año 2000 para el grupo que genera el 60% del crecimiento mundial.
En el caso de América Latina y el Caribe, el Banco Mundial estima que su actividad se acelerará desde el 2,2% del año pasado y en 2025 alcanzará el 2,5% y 2,6% en 2026 a medida que Argentina se recupere, las tasas de interés se normalicen y baje la inflación.
Para Chile, el organismo redujo su proyección desde 2,5% a 2,4% para 2024 y mantiene su proyección de octubre acerca de una expansión de 2,2% este año y el próximo, “beneficiándose de las exportaciones de energía verde a pesar de la menor demanda de China”.
Para el resto de los países vecinos, el organismo prevé que Argentina crecerá 5% y 4,7% en 2025 y 2026, respectivamente; Brasil 2,2% y 2,3%; Colombia 3% y 2,9%; Uruguay, Paraguay y Perú 3,6% y 2,5% en ambos años, respectivamente.
No obstante, el reporte también señala riesgos a la baja para la región, enfocados en la inestabilidad fiscal, la persistencia de la inflación básica y el endurecimiento de las políticas monetarias.
En el plano externo, se apunta a que “el escaso crecimiento de China podría reducir la demanda de productos básicos, especialmente en Chile y Perú”.
En tanto, las restricciones comerciales incluidas en la actualización del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) podrían reducir las exportaciones, en tanto que las políticas migratorias más estrictas podrían disminuir las remesas, aunque el alcance de estos cambios normativos aún no está claro. El cambio climático y las sequías inducidas por La Niña podría amenazar la agricultura y la infraestructura en las zonas vulnerables.
Si bien la región de América Latina y el Caribe enfrentará dificultades económicas en 2024, se espera que muestre una recuperación en 2025 y 2026, apoyada por el descenso de la inflación y una política monetaria acomodaticia.
“El desempeño económico de la región dependerá de una combinación de factores internos e internacionales, en que los precios de los productos básicos y la demanda mundial tendrán un papel moderado”, dice el informe.