Esta semana, la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) presentó su informe sobre consumo energético e hídrico en la minería del cobre 2024-2034. El documento confirma un cambio estructural: mientras la producción de cobre crecerá un 5,6%, el consumo eléctrico lo hará un 20,8%, reflejo de procesos más exigentes y de una transición decisiva hacia fuentes energéticas renovables, pero también hay una evolución virtuosa hacia una fuente hídrica no convencional: agua desalada. En efecto, para el año 2034, se proyecta que el 66% del agua usada por la minería provendrá del mar, gracias a procesos de desalación. Sin duda, un encadenamiento estratégico y transformación ejemplar, liderada por la industria, la que ya cuenta con 24 plantas operativas y 41 proyectos adicionales en carpeta.
La Región de Antofagasta es el emblema de este cambio. La capital regional es hoy la primera ciudad latinoamericana con más de 500 mil habitantes en abastecerse completamente con agua de mar desalinizada. Este logro fue posible gracias a la ampliación de la Planta Desaladora Norte, cuya producción alcanza los 1.250 litros por segundo, proyectando un alza hasta los 1.380 litros para cubrir también y totalmente la demanda de Mejillones.
Sin embargo, esta revolución hídrica corre riesgo. El proyecto de ley sobre desalación que actualmente está en discusión en el Congreso, si bien busca ordenar el sector, impone trabas que podrían congelar nuevas inversiones. Entre las alertas que se están levantando están: concesiones demasiado breves para proyectos mineros de largo plazo, exigencias ambientales redundantes, incertidumbre sobre contratos vigentes y un sesgo injusto contra nuevos actores.
La desalación no es parte del problema, es parte esencial de la solución. Ha reducido la presión sobre fuentes continentales, garantizado agua para la población y asegurado la continuidad de una industria que representa el 15% del PIB nacional. En un país donde la crisis hídrica avanza y los efectos del cambio climático se intensifican, limitar esta tecnología por desconfianza regulatoria sería un grave error.
Chile necesita más inversión. La ley debe ser una plataforma para el desarrollo, no un obstáculo. Legisladores y autoridades tienen hoy la oportunidad de asegurar un marco moderno, coherente y con visión de futuro. La Estrategia Minera para el Bienestar de la Región de Antofagasta tiene un acuerdo y compromiso transversal claro y concreto con la reducción del uso de agua continental. Desde la Región de Antofagasta, líderes en inversión minera y energías renovables, con fuerza decimos que apostar por la desalación es apostar por la seguridad hídrica, el liderazgo competitivo y global de nuestra minería clusterizada y el desarrollo sostenible de las regiones productoras.
Por Marko Razmilic, presidente de la Asociación de Industriales de Antofagasta (AIA)