No estaba diseñado para oír: la función original del oído que se transformó con la evolución | Ciencia y Tecnología

¿Alguna vez te has preguntado por qué tu cuerpo es como es? ¿Por qué tienes los ojos en la cabeza y no en otra parte del cuerpo?, o ¿por qué tus dedos terminan en uñas? Hace algún tiempo científicos noruegos hicieron un revelador hallazgo sobre la función del ano, pues ahora es el turno del oído que inicialmente no estaba diseñado para escuchar, sino que para detectar movimientos.

El biólogo especialista en evolución de la Universidad de Málaga, Ramón Muñoz-Chápuli, reveló que la función real de esta estructura estaba más bien relacionada con la función sensorial.

“El cuerpo humano no es resultado de un diseño inteligente, sino que es el producto de un proceso evolutivo, una sucesión de pruebas, de innovaciones y de errores a lo largo de millones de años”, advierte de entrada el experto a Infosalus de EuropaPress.

De acuerdo a Muñoz-Chápuli el oído “nunca estuvo pensado para oír”, cuyo principal indicio es la zona donde está ubicado, al interior del cráneo.

La estructura de este se compone de tres huesos, el estribo, yunque y martillo, encargados de transmitir el sonido al oído interno, explica. Los dos últimos son derivados de las mandíbulas de los primeros vertebrados, mientras que “las actuales mandíbulas de los tiburones corresponden a nuestro yunque y a nuestro martillo”, detalla.

Inicialmente, no tenía como objetivo escuchar, sino que se adaptó para captar sonidos, pues originalmente el oído se dedicaba a detectar movimientos y aceleraciones. Por ello, en la actualidad esta estructura tiene especial relación con el sentido del equilibrio de los humanos.

La prueba de aquello, según explica el especialista en evolución, es la ubicación, pues “el oído interno se localiza en el fondo del cráneo, que realmente es el peor lugar para detectar sonidos. En cambio, los insectos lo tienen en el exterior“, ilustra.

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