Permisología en jaque: estancamiento de inversiones enciende alertas sobre la urgencia de una reforma estructural

Con cifras que retroceden a niveles de hace más de 25 años, el sistema de evaluación ambiental enfrenta duras críticas por parte del sector productivo. Sofofa advierte que la “maraña burocrática” está frenando proyectos clave y debilitando la confianza empresarial.

 

La entrada de nuevos proyectos al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) lleva tres años anclada en niveles que no se veían desde hace más de un cuarto de siglo. Según los datos entregados por la plataforma Prisma -desarrollada por la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa)- los registros de 2022, 2023 y 2024 apenas bordean los 480 proyectos por año, cifras similares a las de 1997. Lo más preocupante es que sólo un 56% logra sortear con éxito la tramitación.

Para el mundo empresarial, esta parálisis es una señal de alerta. Y el diagnóstico apunta a un responsable claro: la permisología, que es percibida como una traba burocrática que impide concretar inversiones esenciales para el crecimiento del país.

Durante los años 2000 el panorama era radicalmente distinto. El SEIA alcanzó su máximo esplendor en 2006, con más de 1.400 iniciativas ingresadas, empujadas por un entorno favorable en sectores estratégicos como energía, infraestructura y minería. Hoy, esa vitalidad parece lejana, y el sistema arrastra síntomas de fatiga.

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“Estamos frente a un cuello de botella institucional que no sólo ralentiza el desarrollo, sino que también mina la confianza de los inversionistas”, advirtió Rosario Navarro, presidenta de Sofofa. Para la líder gremial, es tiempo de reemplazar un modelo enredado por uno ágil, transparente y técnicamente robusto, que permita evaluar con rapidez y rigurosidad, sin sacrificar estándares ambientales.

El retroceso sostenido en los ingresos al SEIA tiene múltiples causas. Entre ellas destacan modificaciones regulatorias poco claras, incertidumbre jurídica, trámites extensos y una creciente percepción de riesgo. Para muchos proyectos, el desafío ya no es solo conseguir financiamiento, sino lograr “navegar el mar” de autorizaciones.

Pero no todo es pesimismo. La oportunidad está sobre la mesa: modernizar la arquitectura de permisos y transformar la permisología en un facilitador -y no en un obstáculo- del desarrollo sostenible.

“Debemos dejar atrás la falsa dicotomía entre crecimiento y sustentabilidad. Con reglas claras y procesos eficientes, es posible impulsar inversiones que respeten el medio ambiente y, al mismo tiempo, generen empleo y progreso para Chile”, concluyó Navarro.